Francia, año 1922. En su lecho de muerte, el escritor Marcel Proust observa fotos de los personajes que han poblado su vida. Esas fotos le traen recuerdos a partir de los cuales reconstruye su vida y su entorno social. En ese viaje a través de la memoria, los seres reales llegan a confundirse con los personajes de sus novelas. Pero, poco a poco, la ficción se impone a la realidad, y el escritor llega a la conclusión de que sólo los protagonistas de sus obras han logrado darle un sentido a su vida.