Nacida en la miseria del Londres de principios del siglo XVIII, Moll Flanders aprende pronto las lecciones de una vida de desgracias y crueldades. Moll Flanders es hija de una mujer cuyo ahorcamiento se retrasó el tiempo necesario para que ella nazca. Se educa con unas monjas que no pueden dominar su espíritu independiente, un espíritu que no posee el intolerante sistema de clases de la llamada ilustración. Moll se aferra con firmeza a la idea de que un día conocerá la felicidad pero, hasta que ese momento llegue, no duda en robar y prostituirse para sobrevivir, siempre soñando con una vida mejor. Un día su suerte cambia cuando un artista la contrata como modelo y se enamora de ella.