A ritmo sosegado, el director brasileño Beto Brant nos plantea un extraño triángulo amoroso que tiene como vértice principal una atractiva, coqueta y liberal mujer, cuyo defecto la convierte en el objeto del deseo de su amado pintor y de un periodista cultural sin pasado, atormentado por unos ideales que se derrumban a sus pies ante la presencia de María Inés. Antonio es un solitario periodista cuarentón, fumador empedernido, bebedor y un reconocido y temido crítico de teatro de Río de Janeiro. María Inés es una atractiva y desinhibida joven que pertenece a la fauna plástica y bohemia de la ciudad. José Torres Campana es un pintor de prestigio, fetichista, maduro, apuesto, de tendencia expresionista y con ideas vanguardistas respecto a la estética del cuerpo humano. Una noche, luego del teatro, Antonio acude como de costumbre a un bar cualquiera y se sienta a la barra y descubre en una de las mesas a María Inés, sentada junto a unos amigos, bebiendo cervezas. Cruzan miradas desde esa mesa a la barra y viceversa. María Inés despide a sus amigos y en breve Antonio abandona la barra y aborda a María Inés. Charlan. Ella dice conocerlo por el periódico. Aquel inocente encuentro entre dos desconocidos, un hombre y una mujer bebiendo y fumando en un bar patibulario, dará inicio a una historia que nadie sospechaba. Luego de la primera cita, accidentada, en el departamento de María en aquella noche, vendría al poco tiempo un segundo encuentro con un Antonio irreconocible a causa de la estrafalaria relación que mantenía María Inés con el pintor.