El padre de una familia acomodada en Lisboa recibe como herencia una antigua mansión en el norte de Portugal. A pesar de la negativa a la idea de mudarse de su mujer e hijos, el padre decide trasladarse junto con toda su familia a la pequeña aldea donde se crió. Pero, pronto, se encontrarán en un ambiente inquietante y de superstición, en donde deberán hacer frente a su pasado y a sus pecados. Una fuerza maligna o quizás fruto de la sugestión, les hará recurrir a la ayuda del joven sacerdote local. Por Emilio Martínez Las supersticiones, leyendas y el folklore popular siempre ha estado muy arraigado a nuestro país. En provincias como Galicia, Asturias, Cantabria o el País Vasco, las historias sobre seres como el ojáncano o la Santa Compaña han ido pasando de generación en generación y en algunas zonas más rurales de nuestra geografía, siguen estando muy presentes entre sus habitantes. Portugal es un país que comparte mucho de este folklore con nosotros. Gracias a ello, ha sido posible la realización de ´El Maligno´, una agradable sorpresa y una de las mejores películas que pudo verse en Sitges. Tal vez, su título no haga justicia a este trabajo procedente del país luso ya que ´El maligno´, nos hace pensar en un ser superior, algo demoniaco, un terror palpable. Y nada más lejos de la realidad. Aquí el terror (o mejor dicho, el miedo) está en el ambiente, a la vuelta de cada esquina, en cada secreto guardado bajo llave entre los habitantes del pueblo. Tiago Guedes y Frederico Serra, partiendo de una leyenda real, crean un título sobrio, elegante y estupendamente interpretado en el que secretos familiares, puertas a medio cerrar, creencias para algunos ridículas y para otros tan reales como la vida, van de la mano. Los dos curas que aparecen en la película resumen perféctamente la esencia de la película: El anciano, apegado a lo que sienten sus feligreses e incapaz de poner en duda sus creencias; y el recién llegado, escéptico y mucho más racional. Que nadie espere saltos en la butaca, ni acabar con los pelos de punta en cada escena porque ´El Maligno´ no pretende aterrar. Es un vehículo para hacernos reflexionar sobre temas como la vuelta a las raíces, el pasado inamovible que siempre está ahí para recordarnos quiénes somos e incluso, algo tan delicado como puede ser el incesto.