Eva Philips se muestra en apariencia como la clara representación de la gentileza y el encanto, como una mujer que vive felizmente junto a su marido, un magnate textil, en una gran plantación georgiana. Pero mientras otras personas son engañadas con facilidad por la señora Philips, su esposo sabe que ella es una auténtica despiadada y por eso la aborrece y se dedica a beber para olvidar. Lo más dramático llega cuando Eva descubre que la hermana de su marido se va a casar con un hombre importante en el que ella estuvo interesada hace años, así que se propone destruir esa relación y hace todo lo posible por lograrlo, aunque para ello tenga que llegar demasiado lejos.