A pesar de vivir en América Latina, estamos mucho más habituados a la imagen de la violencia urbana en Estados Unidos que en nuestra realidad. Por eso resulta refrescante la historia de Gabriel, un videísta que parte investigando para un futuro documental sobre el crimen en las calles de México y termina en un caos insospechado al ser víctima de la violencia que pretendía retratar. Un filme que fusiona la onda de denuncia con el estilo rápido y estilizado que se impuso en los noventas entre los jóvenes cineastas latinoamericanos. El resultado no es perfecto ni genial, pero en términos de novedad y poder narrativo no está nada de mal.