Acreedor de algunos premios internacionales, "El custodio" es una propuesta curiosa, por momentos desconcertante. Un film sobre la soledad, la humillación y la pérdida de identidad a través de la mirada del guardaespaldas de un ministro. Un hombre desplazado, invisible casi, siempre dos pasos más atrás, al servicio del otro, que en el fondo lo desprecia. Rubén (J. Chávez) custodia al Ministro de Planeamiento, es su sombra. Carece de vida propia. En sus ratos libres (pocos), dibuja, limpia su arma, se prueba el chaleco antibalas, le paga a una prostituta. Tiene una hermana loca y una familia disfuncional. La fiesta de cumpleaños en un restorán chino, es patética. El problema es que no sabemos nada de Rubén, aunque sospechemos un pasado penoso y sin afectos. La idea es interesante pero el conflicto no acaba de conmover al espectador, que tampoco se compromete afectivamente con el protagonista. El mayor pecado del film es que padece de extrema frialdad y ese clima helado se trasmite a la platea. Todo un riesgo.