Como los padres de Lara son sordos, ella desempeña, desde su más tierna infancia, el papel de intermediaria e intérprete entre ellos y el mundo exterior: a través del teléfono, en las reuniones entre padres y profesores e incluso en las negociaciones con el banco cuando sus padres solicitan un crédito. Por este motivo, el padre de Lara teme más perder a su hija que cualquier otro padre. Cuando Lara, tras haber aprobado el bachillerato, abandona su pueblo en la Baja Baviera para irse a estudiar a Berlín, la invade un sentimiento de culpabilidad y se reprocha haber huido de la enorme responsabilidad que había tenido hasta ese momento. (FILMAFFINITY)