Capturado durante una misión, el joven Rando, centurión romano, es sometido a esclavitud por los Lidios. Habiendo sido reconocido, mediante un amuleto, por sus compañeros de desventura, como hijo de Espartaco, Rando acaudilla una rebelión y adquiere la libertad. Entre tanto Crasso, gobernador de Lidia, oprime de forma malvada a la región; Rando, que se ha puesto la armadura de su difunto padre, capitanea la lucha contra las bandas ilegales de Crasso. Desdichadamente el joven es capturado y condenado a muerte por Crasso. Un asalto de los fieles del joven rebelde libra a Rando. También Crasso halla la muerte. Acuden las legiones de César para restablecer el orden. Rando, de nuevo prisionero, es condenado a muerte. Toda la población implora la salvación del caudillo. César concede la gracia y la libertad del joven héroe.