La película muestra la aterradora figura del secuestro. Duque quiso referirse a la indiferencia que suscita en la opinión publica el grupo de secuestrados cuando son anónimos, sin mucho relieve político o social. "Me interesaba del secuestrado mostrar el desgaste psicológico que produce el ocio al que son sometidos en la indefinición de esos cautiverios prolongados. El tedio, la manera como ocupan su tiempo, la forma como adquieren una importancia decisiva objetos como la crema dental, el papel higiénico. Cómo resulta de agresivo con la fisiología y las necesidades íntimas y privadas".
Esta cinta sorprende positivamente porque tiene un nuevo ángulo para acercarse a un tema tan presente y hasta invasivo. No hay matanzas, no hay sangre, no hay muertos y no hay maquiavelismo en los personajes ni miradas sesgadas, más bien indignadas. Se agradece la frescura que resulta de la falta de clichés y de extremos, porque los "buenos" son unos pillos simpáticos calculadores y los antagonistas no son tan malos. Cabe resaltar la actuación de Mario Duarte, quien con naturalidad logra convencer, acercarse al espectador y hacer un papel de carne y hueso. "En esta película hay personas y no personajes actuando. Pasa totalmente lo contrario que en las telenovelas, donde hay que alejarse de las personas para crear personajes", afirma el actor.